Tuesday, June 26, 2012

Primer huevo de serpiente


El incipiente machismo del dios estalla, es un rayo aterrador, sus sentencias se desparraman como esquirlas, groseramente arbitrarias, por los aires.
La esposa de Lot es condenada al desesperante agobio de la piedra. Es la curiosidad que mata, el morbo humano. Allí, no hay precepto violado, ni mandamiento transgredido. Es la mujer que quiere ver el apocalipsis de su casa. Es apenas el dios y su capricho de infante o despechado amante.
A David (omitamos a Lot y sus incestos) nadie le arranca los ojos pervertidos, no deviene estatua, no es lapidado por desear a la mujer de su prójimo, /ley escrita/, entre otras cosas, recordemos que además manda a matar a uno de sus hombres para quedarse con su esposa.
Por el contrario y absurdamente, como premio del dios recibe de Betsabé la ardiente carne,
el mar rojo que ruge entre sus piernas muy abiertas...

Imagen: Nathalie Daoust (El grano de arena es de Flowers)

Derivación del abrazo


En extrema desnudez,
rosada y tibia,
te abrazo,
tan hondamente
como abraza la hiedra
al muro,
viscosas paredes,
los rizomas de mi deseo
rozan,
ligeramente, o no;
cómo podría
abrazarte tanto
que no quede
intersticio
entre mi expectativa
y tu demanda,
entre mi piel que ruge
y tu calor que asedia,
entre mi garra
y tu cuello a morder,
no quede más rastro
del abrazo
que un hilo de agua
perdiéndose sin norte.

Imagen: Sanne Sannes

Destino de humo (Trance amargo)

Nada puede sostenerme, nadie,
sin romperse las manos,
y quedarse, siempre,
con las palmas huecas, carentes
de todo lo que se escurre,
el humo o la vida;
puede que en las líneas de una mano,
persistan hebras de mi
pero su destino de humo
es inexorable, cualquier viento
las arrastra sin dirección,
sin trascendencia, sin sentido;
nada puedo retener, a nadie,
mis manos están arremolinadas
en el desesperante devenir
del despojo,
lo que escurre,
lo que se extirpa,
el humo o el corazón;
hay un río que desciende,
que me inunda,
sus peces son resbaladizos,
como todos los peces
del barro,
y al fin, se evapora.

Imagen: Federico Bebber (Camarada Flowers, Presente)

Ayerhoymañanaantesdurantedespués


"...dejad de castigar a ese perro, porque es el alma de un amigo mío, que he reconocido al sentirlo llorar." (Jenófanes)

Si especulo
con reencarnaciones,
mi existencia burguesa
y mi pacata moral
se estremecen pensando,
que quizá, mi alma
pudiese seguir
el mapa de un torturado
o de un niño asesinado,
urdir el perverso fin
del violador
o igual que Torquemada condenar
con índice impiadoso;
se aterran, mis buenos modales
y mi consciencia hipócrita,
soñando otras vidas
tan intrascendentes
como el cuerpo que me contiene,
que va a la deriva
y es una botella sin mensaje.

Imagen: Robert and Shana ParkeHarrison

Destino de aire


Después de la furia
de tu lengua,
del veneno clavado
en el centro del pecho vírgen mío,
tornado y agonizo,
pero me difumino
en vuelo transparente,
aleteo,
imperceptible a los ojos
del odio,
que patalea enloquecido,
ciego y despojado de enemigo.

Imagen: Robert & Shana ParkeHarrison (Los créditos, siempre son de Flowers)

Arte de la superstición


Barrí tus pies con escoba nueva,
para que no te cases,
para que nadie te tenga,
para que no vueles tan alto,
para que te quedes,
eternamente (esa utopía)
junto a mí, que no te tengo,
y te reíste,
más no sé de qué va esa risa,
ni siquiera sé,
cuanta efectividad
ha de tener tal artificio.

Lugares comunes en los que concluyen ciertos colectivos imaginarios (o las islas voluntarias)

Las mujeres subestiman
a los hombres, dicen:
"cualquier bondi te queda bien",
y en cierta forma
suele pasar
que un hombre
sube a un colectivo
del que no sabe su ruta,
ni adonde se dirige,
ni siquiera,
si podrá volver al punto
del que provino;
también se dice por ahí:
"hay lugares de los que
no se vuelve";
las mujeres se jactan
de no subirse
a cualquier colectivo,
mientras los hombres se quejan:
"no hay pija que te guste",
porque no entienden
la lógica femenina
de la elección minuciosa, quisquillosa,
hasta la paranoia
de "todos los hombres son iguales";
también se dice
en el inexorable atardecer
que ese hombre "perdió el último tren"
o que la chica
se quedó "sin el pan y sin la torta",
y todo por recelo
o por exceso de confianza.

Imagen: Saul Leiter