Sunday, June 24, 2012

Fragmento de lo absurdo



El rey negro que quería ser blanco se murió. Murió de una forma abrupta pero no inesperada. El vértigo de la gloria es implacable.
El hombre negro llamado Murray fue acusado por esa muerte. Alguien debía pagar por la desgracia del rey ambiguo. Un negro sin atenuantes, siempre es un buen bocadillo para hacer justicia.
El negro llamado Murray no había matado a Kadaffi, ni a Laden, ni siquiera festejó la muerte de Hussein. Por esos muertos, nadie clama justicia, ya que está implícita en sus muertes. Se sabe, la voz del poderoso es incuestionable.
De todas formas, el rey negro que quería ser blanco, murió, estúpidamente o no, y la cultura blanca, sintió la necesidad de homenajear su ansia de blancura. Jackson, sin embargo, también era la víctima.
Murray, muy negro, sin atenuantes, sin deseo de "pureza" blanca, el alma negra, los ojos profundos y profundamente tristes, es encerrado en una oscura celda, con la velocidad de juicio divino, por un lapso insólito, inmensamente mayor que la condena de ciertos asesinos con "clase".
Algunos negros compran ingenuamente con billetes la tierra prometida, otros, casi todos, tarde o temprano besan la lona del infierno.

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