En extrema desnudez, rosada y tibia, te abrazo, tan hondamente como abraza la hiedra al muro, viscosas paredes, los rizomas de mi deseo rozan, ligeramente, o no; cómo podría abrazarte tanto que no quede intersticio entre mi expectativa y tu demanda, entre mi piel que ruge y tu calor que asedia, entre mi garra y tu cuello a morder, no quede más rastro del abrazo que un hilo de agua perdiéndose sin norte.
No comments:
Post a Comment