Monday, January 23, 2012

De las condenas


Quien arroja una piedra
la arroja, indefectiblemente, hacia atrás,
como el estúpido
que escupe para arriba
se expone al gargajo,
la inerte piedra
obligada a bucear
en los difíciles senderos
del pecado, de la culpa,
del rencor,
de la cobardía y la omisión,
puede volver al lanzador
(el que está libre de pecado);
quien arroja una piedra
la arroja a ciegas, por sí las moscas,
como un centro buscapies,
venenoso,
consciente acaso,
de que sumará
un acto irreversible
a la cadena impiadosa
de actos irreversibles
e (in)humanos.

Imagen: "Irreversible" de Gaspar Noé

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