En mi sueño
gritaba Sharapova
para más turbación mía
en la mañana que seguía
a la noche sudorosa;
ni Wimbledon
ni Melbourne,
mi cama un court vacío,
desierto, desolado,
sábanas desparramadas,
el ansia, la sed,
el eco lejano del sueño
invadido por los gritos
de la amazona rusa,
la hybris,
la ardiente desmesura.
Imagen: Divina Providencia
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